ENTREVISTA DE EUGÈNIA FIGUEROLA A RAMÓN ROSAL,

Para la revista ALOMA de la Universitat Ramón Llull (mayo 2005)

 

1. ¿Cuáles fueron los primeros psicólogos de orientación humanista cuyas ideas te suscitaron interés y qué aspectos de sus aportaciones contribuyeron en tu decisión de vincularte al Movimiento de la Psicología Humanista?

El primer autor de Psicología Humanista que tuve ocasión de leer en el año 1962 fue Gordon Allport en su libro La naturaleza del prejuicio que me dejó una impresión muy buena y seguí con La personalidad, una obra de él ya clásica. En aquel momento yo desconocía la existencia del Movimiento de la Psicología Humanista, que llevaba apenas diez años y una de las cosas que más me convenció de Allport fue su teoría de las motivaciones variables, rechazando las teorías de motivaciones fijas de Freud y otros autores que hablan de dos o tres tendencias humanas desde la infancia hasta el final de la vida, que pueden experimentar cambios y transformaciones, pero que son las mismas y tienen una base psicofisiológica. En cambio Allport dice que éstas existen, claro, pero que después el adulto tiene capacidad de crear nuevas motivaciones, aspiraciones, proyectos que no necesariamente son derivaciones de los instintos básicos y esto ya es resaltar el poder creativo del adulto maduro. Aparte de la importancia que daba al tema de la personalidad como concepto global, en un momento en que el conductismo no lo aceptaba.

Otro descubrimiento fue el de la Teoría General de los Sistemas de Bertalanffy que era un biólogo y un filósofo de la Ciencia, que había organizado todos los saberes y la realidad en forma de sistemas dentro de otros sistemas, que me resultó muy convincente. Me llamó la atención cómo Bertalanffy criticaba a la mayoría de las corrientes psicológicas de la época, tachándolas de dar la imagen de un hombre robot, totalmente condicionado por  instintos desde la infancia o por estímulos ambientales y que elogiase a varios autores de la Psicología Humanista como psicólogos que disentían de esta idea del hombre robot.  Me pareció un argumento de autoridad que un científico puro, filósofo de la ciencia y biólogo, que más bien podía tender a ser reduccionista, tachase de reduccionismo  a las corrientes dominantes y valorase positivamente a varios autores como Allport, Maslow, etc.

Luego leí una obra que ha sido clave para mí, La estructura de la personalidad de Philip Lersch, psicólogo alemán fenomenólogo, que describe el mundo emocional y tendencial con un nivel de matices que no he visto nunca en otros autores. La Psicología Existencial y la Psicología Fenomenológica constituyen los antecedentes de la Psicología Humanista.

Posteriormente iba a hacer una tesis doctoral en la facultad de Filosofía, sobre La creatividad como tendencia psicológica y como actitud ética, pero en aquella época era casi obligado en toda tesis citar y casi dedicar un capítulo a Skinner, y aunque yo respeto a Skinner por sus aportaciones valiosas para la psicofisiología investigando con ratas, hablando de la creatividad no me aportaba absolutamente nada. Estudiando la psicología de la creatividad, descubrí a los iniciadores del Movimiento de la Psicología Humanista, Abraham Maslow, Carl Rogers, Rollo May y otros. Así que la tesis quedó aparcada hasta que, años después, aproveché parte de su material para la tesis definitiva que presenté en la Facultad de Psicología de la Universidad de Deusto, de las poquísimas que en España respetan claramente el pluralismo de paradigmas psicológicos y la corriente de la Psicología Humanista. La Universitat Ramon Llull ha dado también pruebas de respetar este pluralismo. Pero este proyecto de tesis y el descubrimiento del Movimiento de la Psicología Humanista me sirvió para tomar la decisión de vincularme a él e incluso decidir crear el Instituto Erich Fromm de Psicología Humanista.

Por último decidí no quedarme sólo en la lectura y vivir la parte experiencial de la Psicología Humanista. Por aquellos años vinieron varios norteamericanos e ingleses a propagarla y yo hice durante tres años una terapia grupal, mensual, 15 horas intensivas, con una inglesa, Corinne Gledhill, que combinaba la Terapia Gestalt con Análisis Transaccional y Bioenergética. Luego estuve una semana con Carl Rogers en Castelldefels y una serie de encuentros intensivos con Claude Steiner, Varl Garfield, Muriel James, Marge Reddington y otros, haciendo una formación muy vivencial. El vivir la parte experiencial de estas terapias humanistas y frecuentar los congresos europeos donde había montañas de talleres, me llevó a la conclusión de que su estilo experiencial, a base de ejercicios con imágenes y fantasía o psicocorporales, etc., aumenta mucho el poder de una terapia que sólo sea hablar y escuchar, con toda la importancia que tiene el hablar y escuchar, sobre todo si se hace al estilo de Rogers.

 

Tu venías de la Filosofía…

Sí, a pesar de que me habían recomendado estudiar Ingeniería porque en el bachillerato destacaba en matemáticas y además desde un punto de vista lucrativo era interesante. Al decidir estudiar filosofía hubo un malestar familiar, porque era a contrapelo. Mi familia quería que estudiara ingeniero agrónomo porque poseía unas fincas agrícolas de las que me podía ocupar y resulta que yo voy y me matriculo en ¡filosofía pura!

Cuando yo empecé la carrera de Filosofía, en el año 1951, mi motivación era principalmente mi interés por la Antropología y Psicología filosóficas, pero no existía la carrera de Psicología, ni siquiera la sección. Aquí los primeros profesores de Psicología fueron todos filósofos y algunos sociólogos y por eso yo, siendo licenciado en Filosofía pude ejercer como profesor-tutor de Psicología en la Universidad a Distancia. Empecé a hacer terapias al estilo rogeriano, existencial-rogeriano y luego decidí hacer la carrera de Psicología en edad avanzada.

 

2. ¿Cuál es la relación del mundo académico español con la Psicología Humanista?

Se ha criticado que la Psicología Humanista es poco científica, aventurera, etc, por eso aunque yo en la UNED estaba encargado de la Psicología Básica y de Historia de la Psicología solicité encargarme de la Metodología Científica que es una asignatura sumamente árida, un poco para dar un testimonio personal de que un psicólogo humanista no tenía inconveniente y respetaba y valoraba la metodología científica, aunque consideraba que tenía una serie de limitaciones para según qué temas de investigación. Éste es un aspecto que yo he querido siempre cuidar en el Instituto para contrarrestar la imagen de despreciativos de la ciencia que han dado a veces algunos terapeutas humanistas. Desde el principio decidimos no caer en un ghetto y queremos poder compartir con psicólogos o psiquiatras en jornadas o en congresos,  utilizando las palabras que ellos entienden y buscando cómo relacionarnos. Consideramos que a veces la metodología científica hace perder mucho tiempo y que para cosas muy interesantes a veces no se puede acoplar, pero eso no significa que no la respetamos y que no hayamos hecho experimentos con ella. También nos hemos implicado desde sus orígenes (año 1981) en la Revista de Psiquiatría y Psicología Humanista, que desde 1990 pasó a llamarse Revista de Psicoterapia, y que en esta segunda etapa pasó a ser una revista de estilo muy académico orientada a las personas que hacen tesis doctorales y con muchas referencias bibliográficas. En este momento ha disminuido el recelo hacia la Psicología Humanista en algunos sectores académicos, por ejemplo en la Universidad de Barcelona hay ahora más pluralismo entre el profesorado que en la Autónoma, que sigue siendo recelosa y descalificadora. En la mayor parte de los países europeos la situación es muy diferente. Ha tardado en entrar en la Universidad como es natural respecto a toda novedad, pero está mucho más respetada, así como en Estados Unidos, Canadá, Argentina, Brasil. Incluso en la India la Terapia Gestalt está muy introducida, así como el Análisis Transaccional. También en Japón. O sea que ha sido en España donde se ha producido un recelo claramente superior al de la mayoría de los países europeos, el miedo a lo nuevo, que no sólo ha afectado a las terapias humanistas también ha ocurrido con algunas otras… Claro está que algo de culpa la habrán tenido algunos psicoterapeutas humanistas un tanto aventureros. En algún congreso cuando se achacó que los psicólogos humanistas no hacían ciencia yo resalté que es imposible que hagan ciencia si el primer trabajo científico es la tesis doctoral y ha habido no pocos proyectos de tesis que han sido rechazados por algunas Universidades, por versar sobre psicoterapias humanistas. Yo mismo tuve que aparcar casi quince años la tesis por este motivo. Se tituló: Efectividad de la actividad imaginaria en los cambios creativos del proceso terapéutico. Posteriormente la hemos editado en el Instituto Erich Fromm con el título: El poder psicoterapéutico de la actividad imaginaria y su fundamentación científica.

 

3. ¿Cual fue tu motivación para crear el Instituto Erich Fromm, un proyecto estrictamente profesional, o hubo alguna metamotivación (en el sentido con que Maslow utiliza este término) y por qué el nombre de Fromm?

Cuando hace 25 años decidí crear – juntamente con Ana Gimeno-Bayón – el Instituto me daba cuenta que iba a ser uno de los dos o tres primeros centros de Psicología Humanista de Catalunya y España.

En Catalunya organizamos con dos centros más el primer Congreso Nacional de Psicología Humanista, al que asistieron mayoritariamente estudiantes y jóvenes licenciados porque todavía había pocos psicoterapeutas humanistas. Hicimos la previsión de 100 personas y se presentaron más de 400. La organización fue un poco caótica, pero fue una señal patente del interés de los universitarios hacia la Psicología Humanista. También hubo unas jornadas organizadas por los estudiantes, parecidas a las que organizan ahora en la UB, con ponencias y talleres donde la asistencia también fue masiva (unos seiscientos entre la mañana y la tarde). Todo esto nos dio una clara indicación de que los estudiantes estaban deseando algo diferente además de lo habitual. Por eso en el Instituto empezamos con cursillos monográficos y pronto decidimos iniciar una Formación de Postgrado. Por aquel entonces yo descubrí las aptitudes terapéuticas de Ana Gimeno-Bayón y tuve la gran suerte de encontrar en ella una pieza clave, como creadora principal de nuestro modelo psicoterapéutico. Una de las peculiaridades que queríamos que tuviera nuestro centro es que diera una imagen de Psicoterapia Humanista seria, sin perder todo el estilo creativo y vivencial que han de tener todas las terapias humanistas y con un especial énfasis en lo experiencial y respeto al  pluralismo metodológico terapéutico.

El hecho de escoger el nombre de Erich Fromm para el Instituto, siendo Fromm un neopsicoanalista humanista un poco anterior al Movimiento –pero muy respetado y citado por los psicólogos humanistas-, fue por varias razones. Primero, porque para nosotros en aquel momento la figura de Fromm era un testimonio humano. Pudiéndose haber dedicado más a la ciencia, como era habitual en aquel momento, pensó que era más urgente escribir ensayos que pudieran transmitir determinados valores para bien de la juventud y de la sociedad en general. Así es como escribió El miedo a la libertad, El arte de amar, Ser o tener, o La revolución de la esperanza y otros más. Yo me di cuenta de que Fromm a veces pasaba de la Psicología a la Ética y utilizaba un concepto que él llamó Ética Humanista. Partiendo de los conocimientos adquiridos por el psicólogo o psicoterapeuta, por lo que aportan sobre las psicopatologías, indujo características humanas éticas que desarrollan la persona y la sociedad. Fromm se lamentaba en su libro Ética y psicoanálisis de que Freud, que como médico y creador del Psicoanálisis había logrado tantos conocimientos sobre el psiquismo humano, no los hubiese aprovechado para aportar algo respecto a la Ética científica y sólo hubiese hablado de la parte antipática, del super-ego que atosiga con normas, pero no de la Ética del ego o de lo que en Análisis Transaccional sería la Ética del Estado Adulto del yo. En cambio Fromm a todo esto le dio mucha importancia. Aunque luego no tuvo tiempo de desarrollarlo, está en el trasfondo de sus libros, sobre todo en Ética y psicoanálisis y en Ser o tener, donde habló de la importancia del amor a uno mismo en el buen sentido, que no es el egoísmo, entre otras actitudes humanizadoras básicas.

A mí este planteamiento me atrajo mucho, porque ya desde la filosofía me había interesado por la Ética filosófica y entre otros por la Ética de Aristóteles, el antiguo y viejo filósofo griego, y la Ética fenomenológica. Aristóteles también se basó en la experiencia para hacer el tratado de virtudes éticas; primero analizó a los ciudadanos de Atenas que eran considerados las personas más humanizadas, de especial calidad moral y se preguntó qué características y hábitos tenían, qué actitudes practicaban. Era totalmente inductivo, partiendo de la realidad empírica.  Ahora hay mucho más conocimiento psicológico y muchas más posibilidades de matizar de lo que pudo hacer Aristóteles en su tiempo, y eso es lo que Erich Fromm proyectó y empezó a hacer. Por mi parte, mi ensayo ¿Qué nos humaniza? ¿Qué nos deshumaniza? Ensayo de una Ética desde la Psicología, ha pretendido ser una contribución en esta línea sobre ocho actitudes concretas.

Aparte de esto, el comprender que el concepto psicológico humanista de crecimiento personal tiene algo de psicológico, de pedagógico, y algo de ético en el sentido de esta Ética inmanente que parte de la personalidad, son coincidencias con Fromm. Además valoramos su actitud independiente, que hemos tenido que cultivar, porque para introducirnos en la Psicología Humanista en un país en que la Universidad era más bien hostil hacia ella había que hacer un acto de independencia. Del mismo modo en que Fromm conservaba la independencia (primero fue un admirador de Freud y Marx y luego uno de los primeros críticos de Freud y del marxismo aplicado en la URSS), Ana y yo hemos querido dejar claro que en el Instituto Erich Fromm prescindiríamos totalmente de las modas en Psicología.

Otro de los objetivos del Instituto es ocuparse del tema de las metamotivaciones y las metapsicopatologías que introdujo Maslow y aunque primero nos centramos en profundizar en las técnicas psicoterapéuticas, los problemas normales de la psicoterapia y la psicopatología, cara al futuro acabaremos implicándonos en ello. Esto ha influido en la importancia que damos a la cuestión del sentido de la vida, al peligro del “vacío existencial”, tema muy tratado por Victor Frankl y Rollo May, y también en nuestro interés por las cosmovisiones, sean religiosas, agnósticas, o ateas-humanistas, como una vía para no caer en el peligro del vacío existencial. Hemos dado en dos ocasiones un curso sobre Formas psicológicamente sanas y formas insanas de vivir las cosmovisiones, pero es un tema del que queremos ocuparnos más. Tiene algo que ver con el Movimiento de la Psicología Transpersonal del que Ana Gimeno-Bayón está escribiendo un libro, en el que yo colaboraré algo. En California y en Alemania la Psicología Transpersonal que se ha derivado de una rama de la Psicología Humanista está teniendo mucho auge. Tiene algo que ver también con lo que Lersch denominó las tendencias trascendentes, que son las tendencias a hacerse preguntas filosóficas, la tendencia a lo bello, a lo artístico y la tendencia hacia la espiritualidad, hacia lo religioso. Son temas que están ahí y que no queremos aparcar, aunque lo hayamos tenido que aplazar porque había temas más urgentes para la práctica psicoterapéutica.

 

4. ¿Puedes señalarme algunas de las principales alegrías y frustraciones que has experimentado a lo largo de los veinticinco años del Instituto Erich Fromm de Psicología Humanista?

Muchas de las principales alegrías están relacionadas con los cursos de formación del Master, por la comprobación del buen clima que se ha conseguido entre los alumnos,  entre ellos y nosotros, y la sensación, y luego la comprobación en su mayoría, de que podían ser muy buenos psicoterapeutas. El clima humano y cálido obtenido en estos cursos es una de nuestras principales satisfacciones.

También la alegría de la capacidad intuitiva de Ana como principal autora, yo he colaborado en un tercio, del modelo terapéutico de la Psicoterapia Integradora Humanista y dentro de ella de algunos aspectos clave del modelo como la identificación de ciento dos problemas concretos en las sucesivas fases del ciclo de la experiencia. Yo tenía la intuición de que ella podía crear una cosa así, pero había el peligro de que, metida de lleno en la práctica terapéutica, no tuviese tiempo para ello. Entonces yo me dediqué a ser una especie de manager, a base de hacerle preguntas como hacía Sócrates con sus discípulos, y muchos de los descubrimientos de Ana han sido respuestas intuitivas –y basadas en la experiencia- a preguntas. Yo tengo mucha confianza en la eficacia de este método psicoterapéutico, con el que han sido atendidas más de dos mil personas, aunque podemos irlo modificando y reajustando. Y he quedado admirado de la destreza de los terapeutas de nuestro equipo, y de la gran intuición terapéutica que se puede observar en los informes de los casos en las sesiones clínicas.

En cambio no he tenido la satisfacción de encontrar gente con vocación investigadora y de escribir artículos en plan académico para poder presentar en congresos y jornadas. Se han presentado –eso sí- ejemplos de sesiones de psicoterapia muy interesantes, como en el Congreso de la Universidad Ramon Llull. Ha habido abundantes vocaciones de “artistas” de la psicoterapia, pero no han salido vocaciones científicas, ¡que le vamos a hacer!. Las alegrías han sido mucho más importantes que esta frustración.

 

5. Esporádicamente en los cursos te has referido al tema de las cosmovisiones y nos has dado la impresión de que para ti es una cuestión importantes para encontrar sentido a la vida. ¿Es así? ¿Por qué concedes tanta importancia a esta cuestión?

Yo por cosmovisión entiendo lo que Allport llama “filosofía unificadora de la vida”, y considera que es uno de los rasgos que debe tener la persona madura, entre otros como la capacidad de intimar con las personas, etc. El sentido de la vida uno lo puede conseguir en facetas parciales como el sentido del trabajo, por ejemplo, pero la cosmovisión va más allá. Las cosmovisiones dan respuesta no sólo al tema de las parcelas de la vida –trabajo, amor, ciudadanía-, sino de la vida en su conjunto y de la muerte; del sentido de la vida según se entienda también lo que es la muerte, si la aniquilación o el paso a otra forma de existencia.

Vivimos en una época en que muchas personas o bien viven una cosmovisión desde la adaptación a las creencias –religiosas, o agnósticas o ateas- que se les han transmitido en la infancia, sin haberla revisado con su inteligencia y sus experiencias de la vida y sin haberla adaptado a su personalidad, para que sea algo que se compagine con el ser fiel a uno mismo; o bien, por el contrario, viven una cosmovisión por rebeldía contra las tradiciones de los padres, por reacción, por indigestión, cansancio, aburrimiento, de la manera como a uno le transmitieron estas creencias. En muchos otros casos hay un “pasar” de esta cuestión por falta de tiempo. El que la persona aplace ocuparse de cuál es la cosmovisión que le inspira mas confianza y vincularse a ella creo que es, en algunos casos, comprensible y razonable, porque hay cosas urgentes en la vida del adulto joven y a veces no tan joven que le acaparan muchas energías y tiempo, pero si esto comporta quedarse en una posición de indiferencia a la cuestión yo lo veo una pérdida importante.

En este sentido yo pienso que es mejor hacerse preguntas del tipo “¿estamos solos en el universo?” “¿hay una realidad divina trascendente al universo?” “¿esta realidad divina está mezclada con el universo o se puede diferenciar?” “¿la existencia humana es una existencia que sólo se da en esta tierra?” “¿ha habido una comunicación de la Realidad Divina con el ser humano?” “¿qué pasa con esto; es una leyenda, una fantasía, o es una cosa que se puede tomar en serio?” Yo pienso que cualquiera que sea la cosmovisión, sea una religión tipo cristianismo, islam, budismo, o un ateísmo humanista, o un agnosticismo, es mejor que el pasotismo. Es lástima no dedicar un tiempo a esta reflexión, a la información de esto aunque al final uno diga: “estoy igual que antes”. El agnosticismo que no implica ni una cosmovisión religiosa, ni el ateísmo, manteniéndose en una posición básicamente dubitativa no es indiferentismo. El agnosticismo puede ser una postura seria, el indiferentismo lo considero una frivolidad. Cabe también una cosmovisión a través de la Ética, hay una jerarquía de valores éticos que puede dar sentido global a la vida. O el ateísmo humanista que dice “entre todos vamos a construir un mundo más justo, mejor… aunque luego lo van a disfrutar nuestros descendientes porque nosotros ya no existiremos…” también es una cosmovisión que puede dar sentido a la vida de algunos. Se trata de un proyecto vital y esperanza que un tipo de ateismo humanista puede compartir con buena parte de las cosmovisiones religiosas, en especial las de la tradición bíblica, por estar éstas muy implicadas en la marcha de la historia y del mundo. El hecho de vivir con la esperanza de la resurrección, después de la muerte, para una existencia transformada y plena, no les debe disminuir sus aspiraciones a una existencia terrena humanizadora. Cuando ocurre esto se debe a una visión deformada de la cosmovisión

 

Pienso que una de las cosas interesantes del siglo XXI es que se está incrementando la inclinación hacia el diálogo entre las religiones. Ahora mismo la Unesco de Catalunya ha creado un parlamento de las religiones, como continuación de la experiencia del Parlamento de las Religiones que tuvo lugar en el Forum Universal de las Culturas, que fue la semana que batió el record de número de participantes. Aparte de representantes de las más variadas religiones, no faltó la presencia de algunos agnósticos y ateos humanistas. Lo veo un fenómeno interesante que se está produciendo en la sociedad actual, aprender a tener una actitud respetuosa, no ver a los demás como malos o tontos o con recelo, sino pensar que yo quizás puedo aprender cosas de los otros, puede ser que cambie mi cosmovisión o que profundice en ella… pero quiero conocer y aprender de la experiencia de la vida de otros.

Vale la pena dedicarle un tiempo a todo esto en la edad adulta, cuando ya se tiene experiencia de la vida y encarriladas o resueltas cosas mas urgentes. Cada vez será mas una visión personal fruto de la experiencia personal, de la información y de la decisión propia, que dependerá menos de las influencias de la infancia. Si esto es en serio tiene que influir en la forma de vivir, no es sólo una declaración de adhesión a un credo, sino que repercute en el estilo de vida, en algunas lecturas que uno hace de personas representativas de este estilo de vida… y esto es lo que Allport llamaba la “filosofía unificadora de la vida”. Personalmente creo que, en el caso de que uno se plantee el sentido de la vida, tener una cosmovisión es una mayor garantía de no caer en el peligro del vacío existencial. Una cosmovisión inteligentemente elegida tras una información suficientemente obtenida y que puede ser flexible, y en ocasiones experimentar cambios.

 

6. Desde tu postura psicológica – humanista, ¿puedes destacar algunos obstáculos principales para el crecimiento personal de los jóvenes actuales, teniendo en cuenta características predominantes en nuestro entorno socio – cultural?

No soy muy aficionado a este tipo de profecías, pero como aspectos positivos de la realidad social actual hay unas circunstancias que me suscitan especial interés y una es el pluralismo de ideas, culturas, creencias e increencias. Este gran pluralismo y esta multiculturalidad creciente, que es una cosa nueva de hace pocos años en nuestro país y que va a perdurar y crecer en todo el mundo occidental, puede ser enriquecedora y para bien de todos, o puede ser un peligro. Es una situación a investigar y para  la cual la psicología tendrá algo que aportar y la psicoterapia tiene cosas que investigar. Luego está el desarrollo espectacular de las tecnologías de la información, que está cambiando totalmente la manera como las personas se informan de las realidades. Yo le veo a esto multitud de ventajas pero también peligros, según cómo se utilicen.

Respecto a los potenciales humanos psicológicos, la sensación de que este ritmo de vida y este manejo de la información puede disminuir la sensibilidad que se vive con un ritmo más contemplativo, más lento, más de observación, puede influir en disminuir la fluidez emocional sobre todo entre los adolescentes y jóvenes. El peligro es que haya pérdida de fluidez emocional y también de la capacidad de pensar y reflexionar, porque es muy fácil obtener información rápida, sin tener que pensar nada. Nos llegan a veces curiosas demandas por Internet, como pedir si podemos enviar un resumen del pensamiento de Fromm para no tener que leer los libros para hacer un trabajo. Es más cómodo eso que tener que empezar a reflexionar y hacer una síntesis leyendo varios libros y luego sacar unas conclusiones personales. Esto es una ventaja clara para muchas cosas, para ahorrar tiempo en búsqueda de enciclopedias, bibliotecas, pero tiene el peligro de que se pierda el hábito de la reflexión personal, del pensamiento. También hay el peligro que se pierda la voluntad, que no es sólo el deseo puro que sale así del cuerpo; hay algo más, hay una discriminación, este deseo vale, éste ahora no, éste más adelante… Este tipo de voluntad hace cincuenta años o más, se practicaba con frecuencia con los excesos del voluntarismo rígido de la llamada época victoriana que podía producir obsesiones, pero ahora quizá haya la antítesis y por eso me satisface que autores humanistas o existenciales como Rollo May, Rank y el mismo Assagioli hayan hecho una llamada de atención sobre la importancia del desarrollo de la voluntad genuina.

Un elemento muy interesante para la época actual es el concepto de crecimiento personal de la Psicología Humanista, porque ofrece la posibilidad de cultivarlo, no sólo a personas con trastornos psicopatológicos, sino también a cualquier ciudadano que quiera dar un empujón a su sensibilidad, a su creatividad, a su capacidad de comprender las emociones de otros, etc., a través del trabajo en grupo o en entrevistas individuales. Por eso creo que si la Psicología Humanista va creciendo en inspirar confianza a la ciudadanía, puede prestar un servicio para recuperar y acrecentar la sensibilidad, la creatividad, la capacidad del pensamiento intuitivo y reflexivo, las decisiones sabias y con una voluntad inteligente, que son potenciales humanos importantes; en definitiva esto puede estar en manos de psicólogos, pedagogos, maestros, educadores y otros tipos de profesionales que, a través de sus distintas tareas, pueden contribuir al crecimiento personal de los jóvenes y también de los adultos.

 

7. Tengo entendido que hace ya dos años prácticamente te has ido despidiendo de la práctica de la psicoterapia. ¿Cuáles son tus proyectos en la actualidad?

Efectivamente yo me he despedido de la psicoterapia hace dos años y, aunque sigo con las tareas de coordinación, dirección e implicación en la parte de investigación y docencia del Instituto, ha habido una notable disminución de actividad.

Desde el principio, y en parte por eso elegí el nombre de Erich Fromm como te he explicado, he tenido interés por el paso de lo psicológico a lo ético, a una Ética no autoritaria, una Ética no de “estado Padre del yo” (en términos de Análisis Transaccional) con argumentos de autoridad, sino como dice Fromm, una Ética que es inmanente al ser humano sano; por esto ahora en esta etapa final quiero concentrarme a la hora de la investigación en esta Ética Psicológica Humanista y continuar escribiendo sobre esto.

También estoy implicado en un organismo que se llama FETS, un grupo de Organizaciones no gubernamentales y otras entidades de Barcelona, que quieren proponer la fundación de lo que se llama la Banca Ética. Es un concepto que inventó Muhamad Yunnus, economista de Bangladesh formado en Oxford, que creó con gran éxito un Banco que sólo presta microcréditos a los absolutamente pobres y que ha contribuido a que pasen a vivir dignamente más de dos millones de familias que se encontraban en la miseria. Él fue el pionero y hace cuatro años hubo en Barcelona un congreso en el que participaron fundadores de otros Bancos Éticos y Fondos Éticos de inversión. Dos mujeres y cuatro hombres fundadores de Bancos Éticos en seis países diferentes; todos se inspiraban en él, con diferencias porque no se puede aplicar al pie de la letra lo de Bangladesh en Noruega, EEUU, Suiza o Italia, pero eran aproximaciones a la misma idea, era muy esperanzador. Antes había ya comenzado lo de los Fondos Éticos de Inversión, una experiencia muy interesante. Yo estoy metido, como representante del Instituto Erich Fromm, en FETS. No es lo típico que vaya un psicólogo, generalmente son economistas, sociólogos o dirigentes de ONG’s pero como estos problemas sociales en el fondo son psicopatologías sociales, una Banca Ética es una terapia, un instrumento terapéutico. Hay que recordar que Fromm se ocupó de estudiar también las psicopatologías de la sociedad. Él analizó por ejemplo las que padeció parte de la sociedad alemana en los tiempos de Hitler, que vivió en su propia piel, pues tuvo que huir a Estados Unidos. Quiero poner énfasis en esta cuestión y voy a ver si escribo algo desde el punto de vista psicológico: actitudes psicológicas que dificultan que la gente colabore en esto.

Otro proyecto es reflexionar y materializar quizás un curso mas elaborado sobre el tema de la psicología y las cosmovisiones, que está en alza al haber mas pluralismo. Los africanos, los asiáticos, ahora ya casi la cultura general pide que uno esté más enterado de por qué estos señores celebran ahora esta fiesta y en una fecha que no sabemos para nada lo que significa. Estuvimos –como he dicho- en el Forum Universal de las Culturas, y en la semana sobre la inmigración estuvo también el profesor Atxotegui con un taller relacionado con la psicoterapia, que dio lugar a un coloquio interesante. Del Parlamento Internacional de las Religiones ha salido el Parlamento de las Religiones de la Unesco catalana y piensan hacer cada año unas jornadas. En el primero presentamos un tema psicológico: Actitudes psicológicas necesarias para poder practicar el diálogo interreligioso. Ana propuso un ejercicio práctico nada fácil; era un taller con treinta o cuarenta personas en el que hizo buscar a cada uno a la persona que le pareciese más diferente a él, más extraña, y comunicarle algo íntimo, personal…

Otro tema del que me ocupo es el de ayuda a los inmigrantes a través de la Asociación Oasis de Ayuda Psicológica al Inmigrante, que creamos hace cuatro años. De momento hemos trabajado el tema de conocer y comprender las consecuencias del estrés psicosocial de los inmigrantes y hemos reflexionado sobre Psicología Cultural Diferencial. Nos hemos documentado de escritos sobre estos problemas en su vertiente psicológica. Hemos asistido a algunas jornadas y congresos. En la Universidad Ramon Llull hemos impartido un curso de Postgrado (36 horas) sobre Psicología Cultural Diferencial de los colectivos inmigrados en Catalunya. En la parte práctica uno de los objetivos es crear grupos preventivos para ver si sirven a los inmigrantes para evitar caer en depresiones, a pesar de que ahora mismo hay más demanda de terapia individual que de participación en los grupos preventivos. Para llevarlos a cabo necesitamos la colaboración de las Entidades de Ayuda a los Inmigrantes, que son los que tienen poder de convocatoria. Es necesario que estas entidades tengan fe en la psicología y aunque se muestran inicialmente interesadas en la idea, después no acaban de acoger nuestra oferta, a pesar de que los grupos son gratuitos y somos nosotros los que nos desplazamos a las entidades. No se ha caído en la cuenta de la utilidad que puede tener un grupo de crecimiento personal preventivo. Además va a ser una fuente de información que tendrá utilidad para el futuro de la vida profesional de los educadores, psicoterapeutas y demás profesionales, porque va in crescendo, la presencia de inmigrantes que ya está sobrepasando el 10% de la población. En las escuelas ya no digamos; algunas tienen más de la mitad de alumnos inmigrantes, es una nueva necesidad social la de ofrecer orientaciones psicológicas sobre esta situación.

 

8. En tu libro ¿Qué nos humaniza? ¿Qué nos deshumaniza? aparecen citas de filósofos, ¿alguno de ellos ha sido de especial relevancia en tu vida intelectual?

Aristóteles no elucubraba  sin previa experiencia directa. No me inspiran confianza los filósofos que especulan con escasez de contacto empírico con la realidad. Por ejemplo los del idealismo alemán, que podían decir cosas geniales, pero que estaban encerrados en sus bibliotecas, a veces demasiado desconectados de su entorno social. Prefiero un filósofo que tenga contacto con la experiencia empírica, que escuche a los científicos, aunque luego hay preguntas que los científicos empíricos ya no pueden resolver con su metodología y viene la hora de la reflexión filosófica. Cuando yo estaba más centrado en la historia de la filosofía, los filósofos que me inspiraban más confianza eran de esta línea. Por ejemplo Bergson que era un filósofo francés de primera mitad de siglo XX, una persona con una gran formación en Biología y en Psicología, que cuando hacía Psicología filosófica antes había recibido la información que le facilitaba el científico en contacto más directo con la experiencia. Luego ya vienen las conclusiones que puede sacar por pensamiento inductivo o por intuición.

En el libro cito también, entre otros a Nicolás Berdiaev, que fue uno de mis filósofos preferidos, cuando estudié la carrera de filosofía. Era un filósofo ruso catedrático en Moscú. Fue de los ideólogos de la lucha contra el zarismo. Aunque provenía de una familia aristocrática reclamaba la necesidad de un cambio radical en Rusia. Su historia es de lo más pintoresca. Tuvo actuaciones muy valiosas, por ejemplo, siendo como era un intelectual, en una ocasión en una huelga de trabajadores se interpuso entre los trabajadores y los caballos de los cosacos del zar, lanzó un discurso y convenció a los militares de desistir de su actuación habitual de lanzarse en carrera y dejar por los suelos a toda la huelga. Era un acérrimo defensor de la libertad y de la justicia y se inclinaba por el socialismo democrático de Kerensky –el primer gobierno anterior al golpe de poder de Lenin-, un gobierno al estilo de los socialismos democráticos vigentes ahora en Europa, y fueron los que lograron conseguir el poder y sustituir al zar. Sin embargo, cuando los bolcheviques se impusieron por la fuerza al primer gobierno de coalición, Berdiaev empezó a hacer críticas y lo pasó muy mal viendo que el proyecto de la nueva Rusia se convertía en un totalitarismo. Berdiaev tuvo que salir del país y al llegar a Francia fue sospechoso de zarista al haber huido de la Rusia bolchevique porque muchos filósofos franceses confiaban mucho en Lenin, y luego incluso en Stalin. Luego la gente fue comprendiendo quién era Berdiaev. Escribió unos treinta libros filosóficos sumamente interesantes para mí. Me interesó mucho sobre todo por el tema de la libertad y de la creatividad a la que le daba una enorme importancia. Allí nació mi interés por el tema de la creatividad y él fue para mí un ejemplo de persona sumamente independiente a lo largo de su vida. Es un autor que siempre me ha quedado dentro y me ha podido influir en algunas cosas relacionadas luego con la psicoterapia. En algún capítulo yo hablo de la creatividad, de cómo la terapia ayuda a ser más creativos. Ya lo dijo Rank también; que la persona creadora es la persona que ya está en forma, que es mas fiel a sí misma, que tiene su manera auténtica de pensar y sentir. En parte el origen de mi primer interés por constituir como meta de la vida lograr una actitud creadora está en Nicolas Berdiaev.

Todas las citas que pongo al principio de los capítulos son de algún autor que ha tenido importancia para mí, en mi reflexión personal, existencial, no sólo la lectura en sí. Yo muy pronto tuve inclinación a reflexionar. Ya a los 17 ó 18 años se había despertado en mí el interés por preguntas de tipo filosófico. Cuando leía a un filósofo la lectura era muy vivencial, era algún autor que al leerlo me suscitase pensamientos, preguntas, inquietudes. Hubo la etapa de Berdiaev, luego el francés Bergson que también ha influido en la psicología, porque era un filósofo que destacaba que todo es fluir en la existencia, que no hay realidades quietas y decía que la ciencia clasifica y crea cosas artificiales cuando en realidad todo es un proceso. Era un metafísico que destacaba este aspecto de la realidad y no es usual que los metafísicos destaquen el aspecto procesual de la realidad y que encaja mucho con lo que nosotros decimos del fluir vital en la Psicoterapia Integradora Humanista.

Aunque he leído menos de lo que hubiese querido, lo que he leído no ha sido para almacenar información, ha sido lo que defiendo en un capítulo sobre “conocer para ser o conocer para tener”. Yo no he querido leer para almacenar datos, erudición, cantidad de conocimientos. Siempre he procurado que lo que leo me ayude a mi crecimiento personal. Y me pregunto: ¿en qué puedo ayudar a otros con la aportación de este señor, de este filósofo?

Hace treinta años y pico centré la atención en el filósofo cristiano francés Claude Tresmontant, blondeliano y neo-tomista. Leí y reflexioné sobre más de veinte libros de este pensador. Su estudio sobre la metafísica implícita en la Biblia, como también la antropología, me convenció plenamente. Así mismo, su reflexión sobre la metafísica implícita en los Vedas. Esto no me impidió presentar mis observaciones críticas en un trabajo mío sobre Tresmontant. Otros filósofos que cito más –pero que no puedo aquí alargarme sobre ellos- son (por orden alfabético): Bollnow, Cencillo, Ferrater Mora, Huizinga, Jonas, Laín Entralgo, Panikkar, y Pieper.

Siempre he tenido esta vocación de reflexión filosófica. La reflexión filosófica siempre ha sido muy importante en la psicología. El mismo William James fue uno de los dos primeros psicólogos científicos siendo filósofo; antes de ser ciencia la psicología era filosófica.

También la psicología existencial tiene un cincuenta por ciento de filosófica. Cuando Rollo May escribe la mitad es filosofía, y a mí me parece interesante que haya una complementación entre lo que se recoge con experiencia terapéutica y con experimentos y lo que se reflexiona con un poco de concentración, reflexión inteligente, pensamiento intuitivo y razonamiento inductivo, a partir de las experiencias de la vida. El filósofo y el científico pueden enriquecerse mutuamente y de una manera especial en Psicología. Algo de eso también pasa con los teóricos de la Psicología Humanista, aunque son pocos, porque en la Psicología Humanista ha habido muchos mas creadores de modelos de la práctica terapéutica que teóricos de la personalidad. Los que ha habido, como Allport y también Maslow, no tienen inconveniente en citar a un filósofo y lo escuchan con interés.

Yo tengo la sensación de que ahora hay un resurgir del interés por lo filosófico, hay conferencias sobre el tema filosófico y hay respuesta de la gente lo cual considero muy esperanzador.